La Apertura al Cambio Puede Ser Fatal
Feb 06, 2024Estar siempre preparados para cambiar en todos los ámbitos de nuestras vidas es ineficiente e innecesario.
Simplemente, implica mantener recursos y capacidades detenidas, solo por si acaso se requieren en algún momento.
Es una perspectiva que no resiste ni siquiera la evaluación de proyectos más sencilla.
Capacidades inutilizadas es sinónimo de ineficiencia.
Aún así, es común escuchar a los gurús enfatizar que, “en tiempos de incertidumbre como los que estamos viviendo, es fundamental que las personas y organizaciones estemos abiertos a cambiar en todos los ámbitos de nuestras vidas”.
Sin embargo, quienes promueven esa perspectiva suelen tener una mirada bastante superficial y simplista del proceso de cambio y desarrollo, en las personas, equipos y organizaciones.
Su teoría suele ser que la mayoría de las personas están cerradas al cambio y, por lo tanto, lo único que tienen que hacer es “enfrentar la realidad” y abrirse a la posibilidad de cambiar.
Pero, como tiende a suceder, la vida no es tan simple.
Como reconocieron Don Beck y Christopher Cowan en su libro “Spiral Dynamics”, tanto estar cerrados al cambio como estar abiertos a él son alternativas bastante extremas y poco comunes.
Estar totalmente abiertos al cambio implica cuestionar todas y cada una de las situaciones que enfrentamos, así como las múltiples alternativas que podemos tener para responder a ellas.
Requiere un nivel de análisis y toma de decisiones que, llevado al extremo, puede ser agotador y resultar tan paralizante como el estar totalmente cerrados a cambiar.
En realidad, en la mayoría de los ámbitos de nuestras vidas, tanto personales como laborales, las personas no estamos ni cerradas ni abiertas al cambio.
Estamos, simplemente, “detenidas” o “secuestradas” (“Arrested”, en inglés).
Esto quiere decir que, a través del tiempo, el conocimiento y la experiencia, hemos encontrado distintas “soluciones” para las situaciones que enfrentamos que son suficientemente efectivas y eficientes como para no tener que seguir buscando otras alternativas.
Soluciones que nos permiten fluir sin tener que estar cuestionando y decidiendo todo.
En este estado, nuestras capacidades (competencias, habilidades, conocimientos, etc.) generan, consistentemente, los resultados esperados, dentro de plazos y costos aceptables.
¿Se pueden mejorar? Seguramente sí. Pero funcionan.
Por ello, los líderes más efectivos reconocen que, en cualquier situación, por muy extrema que sea, hay muchas cosas que operan bien y que es necesario preservar hacia al futuro y, al mismo tiempo, hay algunas otras (normalmente pocas) que requieren ser cambiadas para generar resultados muy distintos.
Como decía W. Clement Stone, “Grandes puertas se balancean en pequeñas bisagras”.
Entonces, el verdadero liderazgo está, más que en motivar y empujar a las personas hacia la apertura al cambio extrema, en el establecimiento de un horizonte y rumbo claros, así como en la definición de las prioridades en base a los recursos disponibles, para avanzar al siguiente nivel de efectividad.
Como lo ha reconocido nuestro Método de Agilidad Sistemática, la mejor contribución que puede realizar un equipo gerencial y los líderes superiores de una organización es aunar sus conocimientos, experiencias y fortalezas para identificar aquellas cosas que se necesita preservar y fortalecer, así como las que deben cambiar y adaptarse para enfrentar los cambios en el entorno.